30.6.09

"El hijo de Sam" se une al activismo por víctimas de crímenes

Andy Kahan recibe cartas con mucha propiedad, escritas a máquina y enviadas desde una celda en Nueva York, donde desde hace años está David Berkowitz, "El hijo de Sam", un asesino en serie que se ha convertido en un activista por las víctimas de crímenes.

Las cartas son quizá una forma de mostrar su arrepentimiento por los homicidios que cometió o una necesidad de marcar la distancia entre el monstruo que fue y la persona que en la que dice haberse convertido.

"El pasado es una memoria tan dolorosa ... fue una terrible pesadilla, entré en algo diabólico", dice una de las cartas. "Daría mi vida si pudiera regresar al pasado para evitar que esto sucediera", escribe Berkowitz, El hijo de Sam.

Las misivas para Kahan, un activista por la atención a víctimas de crímenes en Houston, revelan una extraña alianza de 10 años que comenzó con una carta formal del famoso asesino.
Kahan es un luchador incansable contra la venta de objetos que veneren a los asesinos múltiples; tiene un cajón lleno de reliquias como un mechón de Charles Manson y una muñeca de Jeffrey Dahmer. Así que cuando Kahan intentó comenzar su campaña contra los vendedores de objetos de los asesinos, o relacionados con ellos, decidió ir directamente con los acusados.

Envió cartas a 20 asesinos en serie, incluyendo a Manson y a Berkowitz. En ella les preguntaba si sabían que sus autógrafos, dibujos, cartas y otras pertenencias personales eran subastados por medio de internet. Les preguntaba si aprobaban esto y si recibían dinero por esas ventas.

Doce de los asesinos respondieron a la carta del 12 de octubre del 2000. Manson envió la misiva de Kahan a uno de los comerciantes de ese tipo de objetos que a su vez la subastó en eBay. Pero sólo Berkowitz pareció sumarse a la causa.

"Estimado señor Kahan", escribió Berkowitz en su respuesta del 26 de octubre. "Estoy muy preocupado y molesto por lo que están haciendo estos sitios de subastas y deseo ayudarlo con lo que usted me pida".

Berkowitz agregó una declaración certificada por un notario en la que se desligaba de cualquier venta de recuerdos y juraba arrepentirse de los asesinatos que cometió, en los que murieron seis mujeres, y de las heridas que provocó a otras siete más. Además dio una explicación para los sórdidos mensajes que escribió durante su "verano" de muertes.

"La mayoría de esas cartas y otros textos fueron escritos durante una parte muy oscura y tormentosa de mi vida. Ahora deseo con todo mi corazón que esos asesinatos horribles y trágicos de 'El hijo de Sam' no hubiesen sucedido nunca. Fue una pesadilla para mí y para aquellos cuyas vidas terminaron heridas y devastadas por mis acciones".

Khan y Berkowitz han intercambiado desde entonces decenas de cartas durante nueve años y el criminal se convirtió en uno de los principales defensores de la causa de Kahan contra la venta de esos objetos relacionados con multiasesinos.

En muchos estados de Estados Unidos se han aprobado leyes que prohiben que los criminales lucren con sus delitos.

Aún no se han conocido en persona, pero carta tras carta, Berkowitz escribe a Kahan de forma afable.

"Querido Andy", le escribió el 2 de mayo del 2001. "Espero que se encuentre bien para cuando reciba esta carta, y que haya logrado progreso en sus labores por la justicia. También quiero agradecer las cosas que ha dicho sobre mí, aunque me sienta tan indigno de ellas. Le debo mucho a la sociedad y aún falta mucho por delante".

Berkowitz también llegó a preguntarse sobre las motivaciones que llevaron a la venta de recuerdos de los asesinos y calificó uno de los pedidos de los comerciantes como "triste, molesto y absurdo", además calificó a algunos coleccionistas: "Parece que son personas solitarias que utilizan sus sitios de Internet para socializar en línea y no en las situaciones de cara a cara normales. Creo que tienen vidas bastante vacías".

Al comienzo Kahan estaba sorprendido de la correspondencia fluida con Berkowitz, tan distinta de los escándalos del "El hijo de Sam", cuando hace 30 décadas Berkowitz terminaba sus cartas de esta forma:
"Policías, déjenme perseguirlos con estas palabras: ¡regresaré!, ¡regresaré! Seré interpretado como: bang, bang, bang, bang, bang, ¡uh! Saludos desde el asesinato, Sr. Monstruo".

En el verano de 1977, "El hijo de Sam" estaba en el clímax de una carnicería de 13 meses en las calles de Nueva York. También era apodado el hombre "Calibre 44" en la prensa, pero se trataba de un trabajador del servicio de correos un poco pasado de peso que mató a seis mujeres e hirió a siete más antes de ser capturado el 10 de agosto.

Solía ir a los miradores que frecuentaban los enamorados y se enfocaba en parejas jóvenes y mujeres con cabello oscuro y largo. Los asesinatos conmovieron a la ciudad. Las calles, que generalmente estaban totalmente llenas, parecían vacías ante el miedo.

Berkowitz confesó los seis asesinatos y varios de los tiroteos y argumentó que estaba poseído por los demonios y que el perro labrador retriever negro de su vecino, Sam Carr, le ordenaba matar.
Lo sentenciaron a seis cadenas perpetuas y un máximo de 365 años en prisión.

Ahora está preso en las montañas Catskill de Nueva York, a 1.700 kilómetros de la oficina de Kahan en Houston. Es un cristiano convertido y cumplió 56 años. Su pelo color negro está gris y luce todavía un poco pasado de peso.

Sin acceso a las computadoras, con poco tiempo para hacer llamadas telefónicas y para recibir visitas, Berkowitz depende de su máquina de escribir para comunicarse con el exterior.
Recibe unas 20 cartas a la semana, la mayoría de compañeros cristianos y pocas de comerciantes de reliquias de asesinos. Pero dice que la correspondencia regular con Kahan le ha dado una forma de expiar su pasado.

"Hice cosas horribles de las que me arrepiento con todo mi corazón y quiero hacer lo correcto. Esta es mi manera de hacer reparaciones para la sociedad", dijo Berkowitz en una entrevista reciente en la prisión.

Berkowitz sabe que mucha gente se mostrará escéptica o sospechará de sus motivos, pero señala que su conversión es sincera. No utiliza medicamentos psiquiátricos.